Tal día como hoy...

Tenía la firme intención de hacer un mega repaso a los asuntos que este año más me han importado, llamado la atención o divertido, pero he aquí que una noticia me ha inspirado a escribir algo de verdad y no tener que acudir a la rancia elaboración de un refrito opinativo.
Hoy el mundo ha descubierto que Sadam Hussein ha sido ejecutado. Las previsibles reacciones oscilan entre la alegría y el horror pasando por la siempre útil indiferencia. No voy a entrar en las ya tradicionales rememoraciones de cuando Mr Reagan y Bush papá armaban hasta los dientes a Sadam que era un gran aliado contra la revolución iraní. Tampoco voy a entrar en la diatriba de si Sadam merecía o no la pena capital. O de si esto le ha convertido en un mártir y aumentará la violencia en el ya de por si castigado Irak.
No amiguitos y amiguitas, porque de todo eso ya se ha hablado bastante. Yo solo me he querido fijar en el tinte ultra-siniestro que adquiere todo este proceso visto con un poco de perspectiva. Una superpotencia coloca a un titeroide en un país de mierda. Le arma para que envíe a sus recién adquiridos súbditos a la guerra contra otro país de mierda. Luego cuando el titeroide se lo tiene un poco subido decide invadir un país aún más de mierda. Y entonces la superpotencia le decide dar unos azotes en el culo pero por alguna razón inexplicable y que nadie llega a comprender ni por asomo, le deja a cargo del país de mierda pudiéndole quitar de ahí con el apoyo incuestionable de todos los pequeños países que admiran a la gorda superpotencia. Años más tarde deciden que el pequeño país de mierda tiene demasiado petróleo y que los súbditos de la gran superpotencia tienen mucho más derecho a gastarlo, así que se inventan una escusa, invaden el país de mierda y atrapan al titeroide que es pseudo-juzgado y ejecutado en la mayor farsa judicial desde lo de Ceaucescu.
¿Pero qué es esto? ¿Nadie se da cuenta de lo peligroso que es esto? Es macabro. Hacen lo que les da la real gana. Un país lleno de estúpidos, con unos medios de comunicación con niveles de manipulación extremos, promocionando el fanatismo patriótico entre la población y que trata de encarcelar a gente como Jello Biafra por decir lo que piensa; con un ejercito de corsarios mercenarios que atacan los puntos del mundo con materias primas en pos del saqueo completo. Hace ya casi cien años que los europeos aprendieron que era más fácil sumir en el caos a los países pobres para no tener que enviar a sus ejércitos, pero parece que ellos no tienen suficiente. Y es que ya no matan solo a sus enemigos, sino también a sus titeroides.
Siento auténticos escalofríos pensando que un día un par de tipos del CESID irrumpirán en mi casa y me entregarán a la CIA a cambio de un par de cartones de Marlboro. O que un día me da por conseguir el poder en un país cualquiera y diga cualquier cosa que no les guste y me envíen a un ejercito mayor que la población del país como sucedió en la pequeña e inocente Granada.
Diría que echo de menos los buenos tiempos en los que estos hijos de puta se contenían un poco por miedo a “los otros”, pero mentiría porque ya nací en la era Reagan. Y eso si que es difícil porque por aquellos tiempos no contentos con hacer lo que les viniese en gana de Nicaragua a Teherán, encima nos trataban de meter en la cabeza sus absurdos postulados con esas películas y series de mierda a lo Rambo III y McGyver o videojuegos como la interminable saga de Contra. Lo peor es que con más de un gilipollas lo consiguieron por completo.
Ante este horror abstracto y gigantesco no os recomiendo hacer lo más mínimo queridos amiguitos y amiguitas. Sigamos con nuestras vidas de siempre y miremos de vez en cuando a nuestras espaldas en busca de miembros del espionaje nacional sobornados con tabaco por la CIA, tratemos de evitar palabras clave aunque hablemos de bombas de extracción de agua en el río Nilo y sigamos respirando tranquilos mientras Biafra y Chomsky sigan fuera de la cárcel. Mientras sigan...
Christo Kolocho
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