Sectarios del mundo, uníos.
Carl Sagan solía decir que las sectas se aprovechaban de su facilidad para responder y colmar necesidades emocionales poderosas que un pensamiento científico no suele satisfacer fácilmente. Lo decía con cierta inocencia porque no había llegado a ver los elocuentes razonamientos políticos que se escuchan últimamente por el mundo.
Este fin de semana se celebró en Vistalegre el acto de celebración de la victoria del PSOE en las elecciones legislativas de 2004. Miles de seguidores, de todas las regiones llegaron con ánimo y voluntad para participar es tan magnífica celebración. Viéndolos allí, con sus banderitas bicromáticas y plastificadas, eufóricos y llenos de entusiasmo político. Celebraban y ovacionaban los maravillosos discursos de sus amados líderes.
Poco antes habíamos tenido el despliegue del congreso nacional del PP. Con sus tecnologías, sus decorados, sus colorines, sus bailes étnicos, y toda la parafernalia. Veíamos hasta a una figura conocida, ignorando todo sentido de la vergüenza posible, bailando con los jóvenes de nuevas generaciones.¡Qué emoción!
¿Por qué? Uno se para a escuchar uno de sus discursos con un mínimo de atención y le dan arcadas. Se limitan a insultarse los unos a los otros afirmando que todo lo que dice el contrario es malo. Porque lo digo yo, que para algo soy un alto cargo del partido. Meapilas baratos incapaces de atarse siquiera sus propios cordones que siquiera destacan por ser buenos mentirosos, ni siquiera hablan bien. En lugar de eso, sin ningún sentido de la decencia humana, bailan con nuevas generaciones de aspirantes a marioneta de aspecto filopatético. Que vergüenza. Ya no hay respeto por el público. El tiempo en que los grandes oradores movían masas y hacían falsas promesas de libertad y emancipación a dado paso a un desfile ininterrumpido de peleles patrocinados con el inmovilismo por bandera y el discurso de patio de colegio por norma.
La culpa al fin y al cabo no es de los políticos. Ellos solo son una panda de gilipollas. No tienen la culpa de no hacer bien las cosas, de no tener carisma y de no hablar bien siquiera. Nacieron así o estudiaron en colegios de curas, no se puede hacer nada ya es demasiado tarde. La sociedad crea a esas bestias espantosas. Cuanto menos inteligencia demuestre ante las cámaras, más popularidad recabará entre el público. Los votantes no saben siquiera cual es la finalidad de su voto y cual será el auténtico resultado en caso de que gane su partido. No comprenden siquiera lo que le dice su partido, porque su partido no dice nada con coherencia desde hace 2 décadas. “No sé que es eso de lo que esta hablando, pero le apoyo a usted”.
Recarguemos con un mínimo de dignidad a la partidocracia. Descendamos a los líderes sectarios a la categoría de infames estatuas en honor a la ponzoña, y dejemos que sus propias mentiras los sepulten. Hagamos lo propio con sus partidarios y extendamos el insomnio inducido en la sociedad.No creo que todo eso mejore las cosas, pero almenos hará más entretenidas las noticias.
Christo Kolocho
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